Voluntarios de UNICATÓLICA en la Escuela de Facilitadores Sociales de la UAO
Por Juliana Correa Ríos, integrante del Voluntariado UNICATÓLICA
Una de las experiencias más gratificantes ha sido mi paso por la Escuela de Facilitadores Sociales, de la Universidad Autónoma de Occidente. Este ejercicio ha aportado mucho tanto en mi vida personal, llenándome de virtudes y actitudes necesarias para relacionarme con quienes me rodean, como también en mi vida académica, porque además de adquirir conocimientos, también he aprendido la manera de cómo aplicarlos a la práctica.
Es difícil explicar cuál es el paso a paso de la escuela, pues considero que es necesario vivirla, para poder entenderla y sentirla. Pero, en resumen, la formación como facilitador social consta de teoría y práctica. La teoría, que es muy necesaria, abarca un tiempo determinado para dar las bases fundamentales a la hora de realizar algún tipo de intervención social; son encuentros llenos de nuevos conocimientos en los que se puede establecer comunicación continua y diálogo con los compañeros y maestros, para que el proceso sea mucho más satisfactorio y placentero. Además de esto, al iniciar y finalizar el proceso se realizan dos inmersiones; una teórica, que transporta a un lugar pacífico y alejado de la ciudad para estar en contacto con la naturaleza, con los demás y consigo mismo, haciendo que se quiera estar allí por siempre.
Este encuentro fue más lúdico que artístico, porque se aprendió infinidad de cosas, siempre disfrutando y sobre todo, creando.
El proceso de la formación teórica llega a su fin con la elección de la fundación con la cual se desea trabajar, hay una lista para todos los gustos y comodidades. Algunas fundaciones trabajan con comunidades víctimas del conflicto armado, con niños residentes de barrios vulnerados, adultos mayores en condiciones de abandono, entre muchas otras; por lo tanto, decidí trabajar en la Fundación Formación d’ Futuros, con jóvenes egresados de programas de protección del ICBF, jóvenes que necesitaban apoyo en la formación de vínculos, en la consolidación como persona laboral y una infinidad de bases necesarias para el desarrollo personal.
Mi paso por esta fundación fue muy enriquecedor, pues aparte de conocer un contexto con el cual no estaba familiarizada, me llevé muchos aprendizajes para la vida; conocer cómo funcionan las organizaciones que velan para que los derechos de las personas no sean vulnerados y orientar a quienes han sido transgredidos; cómo se relaciona sanamente con la comunidad y situaciones a las que solo se puede llegar a través de la práctica y el trabajo de campo.
En conclusión, la Escuela de Facilitadores Sociales proporciona formación integral para la vida académica y personal, porque ayuda a comprender el entorno en el que se vive con más claridad, demostrando que el mundo necesita de cada uno de nosotros y que debemos ayudar a que sea un mejor lugar para todos y todas.