¿Calidad de vida o vida digna?
Por: Jenny Marcela Trejos Trejos
Coordinadora Observatorio de Dignidad Humana
Frente a la pandemia, el Manual Esfera, una de las iniciativas más antiguas en el campo de las normas humanitarias, presenta la dignidad como fundamento para todas las medidas que deban tomarse por los Estados para mitigar el coronavirus. Por otro lado, la expresidenta chilena y actualmente alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos, Michel Bachelet, señaló en el portal de internet Soychile que “La covid-19 es un test para nuestras sociedades. Nos estamos adaptando como podemos al virus y la dignidad humana y los derechos deben estar en el centro de ese esfuerzo, no dejados de lado”.
En Colombia, donde la dignidad es fundamento constitucional (Art. 1 C.P 1991), también se han implementado medidas jurídicas que propendan por la protección de los derechos fundamentales de las personas, así, la cuarentena se convierte en una de ellas salvaguardando la salud como derecho fundamental; pero existen otros derechos fundamentales en discusión, como la educación, la libertad de expresión, movilidad, el trabajo y especialmente la vida digna; esta discusión en el mundo jurídico se aborda desde el principio de ponderación, el cual establece que en un conflicto de derechos fundamentales debe garantizarse aquel derecho que esté en mayor riesgo.
Pero, fuera del mundo jurídico, la discusión transciende a las afectaciones que pueda tener en torno a la salud, pues si bien este está en mayor riesgo, los hechos demuestran que la calidad de vida o la vida digna sustentan conflicto de derechos y ¿Quiénes son responsables de salvaguardar la vida digna en el marco de la cuarentena?
La respuesta es simple, todos y cada uno de los miembros de la comunidad humana, pero la responsabilidad es mucho mayor para aquellos que han tenido la oportunidad de acceder a la formación en distintas disciplinas y en todos los niveles, pues su deber y compromiso es con la transformación, el servicio y el desarrollo de la sociedad, incluyendo la sustentabilidad de la naturaleza, pero ¿bastan las competencias y conocimientos disciplinares para salvaguardar la vida digna en el marco de las medidas adoptadas frente a la covid-19?
No puede negarse que la pandemia ha puesto en ‘jaque’ la formación profesional. Por una parte, debieron ingeniárselas para dar continuidad a las clases desde la virtualidad, situación que visibilizó que muchos docentes y estudiantes no tenían las herramientas físicas o las bases para usarlas, lo que, en el afán por no retrasar los calendarios académicos, centró la atención en cumplir currículos más que en la capacidad que tenían o no de responder a esta nueva realidad. Esta situación a la larga solo es un tropiezo que se convierte en una oportunidad para renovar las metodologías, los conocimientos y estrategias pedagógicas en la educación, además, ha permitido que tanto estudiantes como docentes se reconozcan en otro escenario y de forma particular se cuestionen frente a su proceso formativo, en aspectos técnicos podría considerarse que las instituciones podrán asumir el reto y, con un poco de trabajo en principio, se dará cumplimiento a la malla curricular de los programas y calendarios académicos.
Por otra parte, después de atender lo urgente, los efectos negativos que esta situación ocasiona en la salud mental de los involucrados son el segundo foco de atención, pues la crisis no viene solo de la incapacidad, incomprensión, frustración y desmotivación frente al uso de las nuevas tecnologías, el confinamiento implica transformar la forma en que se vive y se convive, lo que ha hecho que los procesos de atención psicológica en las universidades se movilicen hacia la construcción de rutas de atención a través de la articulación entre las áreas, programas y entidades públicas; a nivel nacional se cuenta con la línea de atención 192 del Ministerio de Salud y la Embajada de Canadá ha contribuido cerca de 948 millones para fortalecer este proceso, según el portal de la revista Semana. En cuanto al Valle del Cauca, la Secretaría de Salud Departamental opera las 24 horas en la línea 106, también opera la 155 vinculada a la Policía y la 141 del ICBF. En las universidades han sido las áreas de Permanencia Estudiantil, Bienestar Universitario y los programas de Salud los encargados de recibir y atener las necesidades de los estudiantes.
En medio de este panorama, el Gobierno colombiano también se ha enfocado en tomar medidas frente a las situaciones que afectan la convivencia y funcionamiento estructural de los distintos sectores económicos, sociales y educativos, centrándose en regular tanto las fallas estructurales como el comportamiento ciudadano; sobre esto último, los hechos demuestran que los grandes retos de la sociedad realmente no están en la falta de recursos económicos o humanos, sino en la calidad de la administración, gestión y comportamiento social.
En este contexto, las actividades y relaciones sociales centran a la humanidad en el uso de nuevas tecnologías, pero la realidad es que su utilidad se ha limitado a las redes sociales y la educación virtual ha sido rezagada al interés de unos cuantos; el comportamiento de algunas personas incumpliendo las restricciones de la cuarentena hacen que la propagación del virus sea más rápida y los sistemas de detección pierdan su efectividad; la actitud de algunos profesionales, como el médico Juan Sebastián Núñez, quien a través de Twitter manifestó “uribista que caiga en mis manos considérese un uribista menos, así hago el bien por dos; dejo un ventilador disponible y dejo un uribista menos en el país”, y de acuerdo a la Pulla, medio de opinión de El Espectador, existen seis tragedias que azotan al país:
- Contratación: gobernadores, como la del Atlántico y alcaldes como el de Arauca, fueron señalados por contratos irregulares de hasta $5.000 millones con empresas privadas, en uno de ellos se cobraban una lata de atún a $20.000.
- Crisis hospitalaria: Tumaco, Chocó, Amazonas, San Andrés y providencia no tiene como enfrentar la covid-19, porque o no cuentan con camas en Cuidados Intensivos o ni siquiera tienen Unidad de Cuidados Intensivos.
- Narcotráfico: el 12 de febrero, la Policía encontró un laboratorio de cocaína en Guasca (Cundinamarca). El terreno es en parte propiedad del embajador de Colombia en Uruguay, Fernando Sanclemente, quien demoró dos meses en renunciar.
- La vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, resultó implicada junto a su esposo en una inversión con 'Memo Fantasma', un narco cuya carrera ha sido investigada por organizaciones como Insight Crime y que también estaba relacionado con las Autodefensas Unidas de Colombia y el 'Cartel de Envigado'.
- El incremento alarmante de las denuncias de violaciones y violencia intrafamiliar aumentaron, debido a que muchas víctimas se ven forzadas a vivir con sus agresores en esta cuarentena.
- Más de diez líderes sociales y excombatientes de las Farc han sido asesinados en estos días, incluso, en sus propios hogares. Como el caso de los dos líderes emberas y también de Hamilton Gasta y sus dos hijos masacrados en sus casas.
Lo anterior, demuestra que a pesar de contar con las competencias y conocimientos disciplinares para enfrentar la covid-19 y que los profesionales en distintos campos puedan apaciguar los efectos de la cuarentena, la corrupción, el oportunismo, falta de solidaridad y empatía impiden que se garantice la vida digna; quizá, puedan ponerse en marcha estrategias que mitiguen los daños, pero su éxito depende de la honesta participación de los gremios políticos, sociales y empresariales administrados por egresados de reconocidas Instituciones de Educación Superior.
Es importante señalar que las instituciones universitarias basan sus principios en la dignidad humana y sus objetivos se orientan a la formación integral, lo cual las convierte no solo en centros de conocimiento, sino en la oportunidad para que la transformación social se oriente a la sustentabilidad y sostenibilidad de la humanidad y el planeta, sin desconocer la importancia del papel que juega la familia y la sociedad en la formación humana, son las universidades el entorno donde las personas pueden reafirmar su desarrollo individual y situarse como actores dentro de la sociedad.
En palabras de Fabre, “Las universidades se asocian al sentido universal de la enseñanza superior (educación superior), en ella se agrupan ciencias y disciplinas dando validez a los conocimientos obtenidos; sus acciones están relacionadas con el hombre, la ciencia y la sociedad, lo que la hace una institución social como centro de saber, transmisión de conocimientos y formación cultural fundamentada en sus propias normas, valores, organización y estructura que responden al contexto socioeconómico político y social”.
Finalmente, en medio de la realidad que se devela a causa de la covid-19, las medidas de la cuarentena y la falta de garantías en el sistema de salud, educación, economía y trabajo, las instituciones batallan adecuando medidas que respondan, dentro de sus características y alcances a las necesidades de estudiantes, docentes y exigencias de los órganos de control respecto a calendarios y currículos, por lo cual, construir sociedad durante y después de esta crisis, materializando la dignidad humana en la formación integral de la persona, necesitará, más que programas con enfoque humano y disciplinar, una formación que aborde un diálogo íntimo y cercano de la persona con su rol e identidad social, en la que pueda sentirse parte de la construcción colectiva de una nueva visión del mundo a través de procesos de formación integral.
De esta manera, desde el Observatorio de Dignidad Humana de UNICATÓLICA, continúa trabajando para abordar la formación integral e incentivar a la comunidad a gestar un diálogo real, centrado en los hechos, para mitigar el pánico que se ha generado por la desinformación y crear canales de comunicación asertivos en la comunidad.